lunes, 11 de abril de 2011

Batalla de Jutlandia


La Batalla de Jutlandia fue el mayor combate naval de la Primera Guerra Mundial, y la segunda más grande de la historia después de la Batalla del Cabo Ecnomo en 256 a. C. Librada entre el 31 de mayo y el 1 de junio de 1916 en el Mar del Norte, frente a las costas de Dinamarca, en ella se enfrentaron la Flota de Alta Mar de la Marina del Káiser, dirigida por el vicealmirante Reinhard Scheer, y la Gran Flota de la Armada Real Británica comandada por el almirante Sir John Jellicoe.

Los alemanes planeaban usar los cinco modernos cruceros de batalla del vicealmirante Franz von Hipper como cebo para atraer a la escuadra de Sir David Beatty hacia el grueso de la flota alemana con el fin de destruirla. Sin embargo, los británicos habían detectado, gracias a algunas comunicaciones interceptadas, que se estaba proyectando una operación a gran escala, por lo que el 30 de mayo Jellicoe zarpó al mando de la Gran Flota con la intención de reunirse con Beatty.

La tarde del día 31, Beatty y Hipper se encontraron el uno con el otro y en el curso de una batalla convencional, atrajeron a los británicos hacia la Flota de Alta Mar. Sin embargo, Beatty cambió el rumbo en el último momento y huyó en busca de la Gran Flota, por lo que las dos flotas mayores de Alemania y Gran Bretaña (unas 250 naves en total) acabaron viéndose las caras en una dura batalla entre las 18:30 de la tarde y la caída de la noche, que aconteció en torno a las 20:30. Resultaron hundidos 14 barcos británicos y 11 alemanes, con grandes pérdidas de vidas humanas. Jellicoe trató de cortar el camino entre la flota alemana y su base con el fin de continuar la batalla por la mañana, pero Scheer consiguió romper el bloqueo británico arropado por la oscuridad y regresó a puerto.

Las fuerzas de Jellicoe se componían de 28 dreadnoughts y 9 cruceros de batalla, mientras que Scheer contaba con 16 dreadnoughts, 5 cruceros de batalla y seis obsoletos pre-dreadnoughts. Los británicos también eran superiores en barcos ligeros. En total, la flota británica desplazaba 151 toneladas frente a las 61 toneladas de los alemanes.
Esta superioridad numérica se veía contrarrestada, sin embargo, por ciertos factores técnicos: Los barcos alemanes tenían un blindaje anti-torpedo más grueso; una división interna más simple y eficaz derivada del hecho de que la mayoría de los navíos germanos estaban concebidos para realizar viajes cortos en el Mar del Norte y por tanto no empleaban una gran parte de su espacio en camarotes para sus marineros, quienes descansaban en tierra cuando atracaban y los proyectiles alemanes eran superiores a los británicos que utilizaban munición explosiva por sobre la perforante.
Además los alemanes habían sacado provecho a su derrota en la Batalla de Dogger Bank, el año anterior, protegiendo las Santabarbaras de sus buques de posibles deflagraciones, reforzando la separación entre los cañones y los depósitos de municiones

Ambos bandos reclamaron la victoria. Los británicos perdieron más barcos y hombres, pero consiguieron sabotear el plan de Scheer de destruir la escuadra de Beatty. Los alemanes siguieron constituyendo una amenaza que requirió la concentración de la marina británica en el Mar del Norte, pero nunca lograron el dominio de los océanos. En su lugar, la Marina Alemana recondujo sus esfuerzos y recursos hacia una guerra submarina sin restricciones.

La victoria táctica fue para el lado alemán. No solo perdieron menos buques a la vez que causaban un daño considerable a la Royal Navy, sino que además sus buques resistieron mejor el castigo, su artillería fue mucho más efectiva y sus comandantes actuaron eficazmente en las acciones nocturnas.
Pero la victoria estratégica fue sin duda británica. Al final de la batalla y a pesar de las pérdidas seguían en condiciones de combate, mientras que la flota alemana decidía retirarse dejando a los ingleses como “dueños del campo de batalla”.

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